Al escudriñar las escrituras, Pablo nos dice en Fil. 4:11 «He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación». La verdad es que sus palabras son muy retadoras en especial para la mujer del día de hoy, pero aun así encontramos mujeres que han decidido contentarse con lo que tienen, con lo que son y con su lugar en este mundo, esto es digno de elogio.
Hoy en día existen tantas filosofías acerca de todo y una de ellas es sobre el concepto de lo que es felicidad, por que para algunos es tenerlo todo, pero en realidad un pensamiento así nos conducirá siempre a estar insatisfechas aun con aquello que tenemos, como una casa, un carro, el matrimonio, los hijos, etc.
La Biblia nos relata que el apóstol Pablo antes de conocer a Cristo, era un judío estrictamente seguidor de su religión, era un líder radical dentro de su comunidad. El hecho de haber nacido en Tarso le dio la oportunidad de estar en contacto con una de las culturas más avanzadas de su tiempo; el hablaba griego, latín, hebreo y arameo, los historiadores dicen que provenía de una buena familia, algo demostrado, por el privilegio de poseer la ciudadanía romana.
Sin duda , él no tenía mayor problema con la necesidad y no carecía de conocimiento y preparación. Pero cuando Jesús se le presento cambio todo.
Hechos 9 nos relata que su vida dio un giro de 360°, paso de ser el que perseguía a ser perseguido, después de su conversión él se encontró en medio de diferentes necesidades, y esto lo llevo a vivir en diferentes contextos, ya no poseía todo aquello que le daba seguridad, no tenía privilegios o ventajas, por el contrario podemos decir que tuvo una vida bastante sacrificial y sufrida.
Ahora te pregunto, crees que Pablo tuvo contentamiento? Creo que la respuesta está en la misma palabra de Dios.
“He aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco.” (Fil. 4:11-12, NTV)
El contentamiento que Pablo tenia no se desarrolló como algo natural, o algo propio de él; al contrario, su contentamiento se debió a una decisión consciente, tomada por el mismo, pero que fue posible por la gracia de Dios, esta decisión le llevo a dominar y aplicar el contentamiento en las diferentes circunstancias.
“Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo.” (Fil. 3:8)
Querida hermana, nosotras también podemos adoptar una vida de contentamiento que no esté guiada por la televisión, las redes sociales o por cuentos de hadas, eso solo es fantasía. Cristo es nuestro verdadero contentamiento.
Tomemos la decisión de estar contentas, y adoptemos esta idea a tal punto que por el poder del Espíritu de Dios, nosotras aprendamos a dominar cualquier insatisfacción que venga a nuestra mente.
Dios te bendiga